Tratamiento de aguas residuales

Muchas actividades humanas generan aguas residuales que pueden contaminar el medio ambiente y afectar la salud de las personas. Por eso, es necesario aplicar un sistema que garantice su calidad y su reutilización

Uno de los aspectos más importantes de este proceso es el control del pH, que mide la acidez o la alcalinidad del agua. 

A continuación, ProMinent le contará por qué los municipios deben contar con estrategias para el control y la medición vertimientos.

Lectura recomendada: Cómo el agua potable contribuye al bienestar de una sociedad.

Problemáticas actuales de las aguas residuales

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 80% de las aguas residuales que se generan en el mundo no reciben un tratamiento adecuado antes de ser vertidas al medio ambiente. 

Esto representa un grave riesgo para la salud pública y la biodiversidad, ya que las aguas residuales pueden contener agentes patógenos, metales pesados, nutrientes y otras sustancias nocivas.

En Colombia, la situación no es muy diferente. De acuerdo con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS), solo el 35% de las aguas residuales urbanas y el 4% de las aguas residuales rurales son tratadas antes de su disposición final. 

Esto significa que más de 10 mil millones de litros de aguas residuales sin tratar se vierten diariamente a los ríos, lagos y mares del país.

¿Por qué es importante el control de pH en tratamiento de aguas residuales? 

El pH es una medida que indica la acidez o la alcalinidad del agua. Su valor varía entre 0 y 14, siendo 7 el punto neutro. 

Esta magnitud influye en varios aspectos del tratamiento de aguas residuales, como veremos a continuación.

Efectividad de los productos químicos

Para tratar las aguas residuales, se utilizan diferentes productos químicos, como coagulantes, floculantes y desinfectantes. Estos productos tienen una eficiencia óptima en un rango específico de pH. 

Por ejemplo, los coagulantes suelen funcionar mejor en un pH entre 4 y 6, mientras que los desinfectantes requieren un pH entre 6 y 8. Si el pH está fuera de este rango, los productos químicos pueden perder su efectividad o generar subproductos indeseados. 

Por eso, es fundamental controlar el pH y ajustarlo con bombas dosificadoras cuando sea necesario. Esto se traduce en un ahorro de productos y de dinero.

Protección de equipos, tuberías y accesorios

El pH también afecta a la corrosión y la incrustación de los equipos, las tuberías y los accesorios de la planta de tratamiento. 

Un pH muy bajo o muy alto puede dañar estos elementos y reducir su vida útil. Esto implica mayores costos de mantenimiento y reposición. 

Por lo tanto, es conveniente mantener el pH dentro de un rango que evite estos problemas y proteja la infraestructura de la planta. Esto también se traduce en un ahorro de recursos.

Calidad del agua tratada y cumplimiento normativo

Finalmente, el pH tiene un impacto en la calidad del agua tratada y en el cumplimiento de la normatividad vigente. 

Afecta a las propiedades físicas, químicas y biológicas del agua, como su color, su olor, su sabor, su turbidez y su contenido de oxígeno disuelto. 

Un pH adecuado mejora la calidad del agua tratada y facilita su reutilización o su vertido al medio ambiente. 

Además, uno de los parámetros que se deben controlar para cumplir con la Resolución 631 del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, que establece los límites máximos permisibles para el vertimiento de aguas residuales al suelo o a cuerpos de agua superficiales o subterráneos. 

Para ello, se puede instalar un sistema de monitoreo y control pH que permita visualizar las variables en tiempo real, dar avisos o alarmas cuando el sistema no cumpla con su estándar, entre otros.

ProMinent, su aliado en el tratamiento de aguas residuales

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